IMÁGENES PARA POSPONER EL FIN DEL MUNDO*

Artistas: Alfredo Ceibal, Camila Fernández, Edgar Calel, Manuel Chavajay, Marilyn Boror Bor, Mario Alberto López, Regina José Galindo, Wilfredo Orellana-Pineda. Centro Cultural Municipal AAI, Julio 2022.

Curaduría: Josseline Pinto
Producción: Blanca Triquez, Djassmin Morales, David Ramírez-Cotton
Fotografía: José Oquendo
Imagen gráfica: Jimena Pons

Descargar el catálogo AQUÍ

*EL TÍTULO DE LA EXPOSICIÓN HACE REFERENCIA AL LIBRO “Ideas para postergar el fin del mundo” DE AILTON KRENAK.


El fin del mundo es inminente, sobre todo el fin del mundo que provocamos. El paisaje, el territorio, las otras formas de vida y no vida peligran al considerarlas inferiores a nuestro propio lugar en la tierra. Esta exposición, revisa, a través de las obras de seis artistas guatemaltecos, la relación entre ecología, política y arte; revisando de manera crítica las formas en las que como humanos nos hemos colocado en el centro del mundo, en una época llamada “antropoceno” (es decir “humano” como centro del mundo”), en el que otras formas de vida son abusadas y consumidas por nosotros causando daños irreparables a nuestro entorno, la cultura, el medio ambiente y las otras formas de vida.

Así, Manuel Chavajay, artista tz'utujil originario de San Pedro, La Laguna, Sololá, explora a través de varios trabajos de la serie “Q'ayiis”, la contaminación del Lago de Atitlán y sus repercusiones para el paisaje y la vida cotidiana de los pueblos originarios del lago. La palabra “Q'ayiis”, se usaba en los años 40 para referirse a la basura orgánica, puesto que no existía la basura que existe en la actualidad, por lo que tampoco hay una palabra específica para nombrarla. La serie la componen pinturas y dibujos que exponen la saturación de basura acumulada en las orillas del lago, que en su mayoría es plástico y químicos diluidos en el agua que afectan también los cultivos y la salud de las comunidades, refiriéndose a una contaminación visible e invisible que permanecerá en sus aguas por miles de años. Estas imágenes son también el motivo de una videoinstalación que refleja la imagen de la basura sobre varios “Leelaq”, platos grandes u ollas que se usaban para reposar el agua para beber, creando la misma ilusión de su movimiento en el agua, puntos de color que en imagen se ven inofensivos y que en la realidad, amenazan con destruir todo lo conocido. Para Chavajay, no es solamente la contaminación el problema, sino la manera en la que afecta la cultura. Por lo mismo, dos fotografías nos muestran a dos niñas sumergidas en el lago, cargando dos tinajas con denuncias claras sobre los inminentes peligros a la comunidad. En una se lee: “Ma puwaq ta rajil ja qatee' ya'” (Nuestra madre agua no tiene precio monetario) refiriéndose a los proyectos que buscan cobrar derechos por el agua. En otro, la imagen de un policía hace referencia a la persecución política y represión a líderes comunitarios que buscan proteger los recursos de la tierra.


Manuel Chavajay.   De la Serie: “Q'ayiis”, 2017-2022. Videoinstalación, pintura, escultura, fotografía digital impresa en canvas. Medidas Variables.



Regina José Galindo en la pieza “Ríos de Gente, Plaza de las Niñas” también hace una referencia a los derechos del agua y a los defensores de este elemento vital. El performance original del que se desprende esta pieza, rememoró los lugares donde alguna vez pasó un río que fue desviado o contaminado por la industria extractiva que despoja de sus recursos a los pueblos originarios de Guatemala, invitando a más de mil niños, jóvenes y mujeres de comunidades que se han visto afectadas por empresas transnacionales, mineras, hidroeléctricas y monocultivos en Ixcán (Quiché), Chisec (Alta Verapaz), El Estor (Izabal), Champerico (Retalhuleu), Monte Olivo (Cobán), San Juan Chamelco, Santa Rosa, entre otros lugares. Dos kilómetros de tela cubren a los ríos de gente que debajo del celeste mueven el agua simulando su fuerza, su vida y su corriente. En 2022, el performance volvió a convocar a cientos de personas, esta vez en la Plaza de las Niñas en el centro de la Ciudad de Guatemala, volviendo a activar el río, exigiendo por la libertad para el agua, entre otras consignas y demandas. El nombre es una metáfora para pensar en la relación de los ríos y las comunidades, un río que es vida para miles de familias, y una comunidad que pueda exigir su supervivencia.




Regina José Galindo. “Ríos de Gente. Plaza de las Niñas”, 2022. Comisionado y producido por Maíz de Vida. Diseño de proyecto y coordinación de equipos: Andrés Cano Sierra. Producción artística: Valeria Leiva. Convocatoria Comunitaria: Abelino Chub Caal. Confección de Río: Yutzil Pablo.
Plaza de la Niñas 2022




Refiriéndose al paisaje está la obra de Edgar Calel, una serie de bastidores de colores que enmarcan la silueta de un paisaje hecho con alambre de amarre y que se continúa a lo largo de su horizonte hasta terminar en nubes detrás de las que se oculta el rojo atardecer. Los colores verdes y azules juegan también con la perspectiva de color según la mirada del espectador, haciendo parecer el paisaje verde o azul dependiendo de nuestra distancia. Las obras no solo se refieren a la síntesis de una composición pictórica minimalista, sino también a lo que significa el paisaje industrializado, pensando cómo el territorio sufre modificaciones provocadas por las ideas de “progreso” que no se responsabilizan por el entorno, propiciando así el extractivismo de minerales que además arriesga a las comunidades que habitan ese lugar. Aun así, el alambre es también un material que proviene de un mineral, y el bastidor fue en algún momento bosque, contrastando los usos industriales que se le dan a los recursos naturales extraídos de la tierra con la imagen de su origen, el hierro y la madera es también paisaje.

Edgar Calel. De la Serie: “El paisaje como me lo contaron”, 2022. Madera, pintura acrílica, alambre de amarre. 30 x 61.5 cm




Reflexionando también sobre el tema encontramos la obra de Alfredo Ceibal. Una serie de dibujos de la serie “Regeneración” nos cuentan la historia de un paisaje habitado que es el escenario para una masiva migración y desplazamiento. El cuerpo de trabajo del artista ha retratado desde sus orígenes las posibilidades de un mundo futuro en vías de destrucción, sobre todo de un mundo que sin cuidados, puede llegar a su colapso. No estamos tan lejos de ese mundo y estas imágenes nos muestran una realidad actual que es producto de una serie de factores políticos y sociales como la desigualdad, la violencia y la corrupción, y que en los dibujos la condición se magnifica, haciéndonos pensar qué pasaría si todos tuviéramos que migrar al mismo tiempo hacia otro sitio, tal vez para regenerar un planeta que hemos vuelto inhabitable. Sin embargo, Ceibal se pregunta qué papel juega el paisaje en este escenario, ya que las condiciones del territorio son una de las causas para que este recorrido sea tan peligroso. Los cuadros de la serie “Microorganismos” comentan además sobre las otras formas de vida que habitan la tierra, seres microscópicos y orgánicos que cumplen un papel que pasa desapercibido por los humanos, pero que es vital para el balance del mundo.


Alfredo Ceibal. “Microorganismos”, 2017. Técnica mixta sobre papel. 30 x 35”
Alfredo Ceibal.   “Horizonte de sucesos”, 2021. Tinta sobre papel. 11.5 x 8”




Marilyn Boror Bor también se refiere a los cambios que el capitalismo ha tenido sobre el paisaje, y sobre todo sobre la cultura de los pueblos originarios y nos muestra una serie de bloques de concreto que tienen encapsulados los hilos utilizados para crear la indumentaria maya de San Juan Sacatepéquez, lugar de origen de la artista. Los conjuntos representan los colores del güipil de San Juan y de su traje de ceremonia, abriendo la conversación hacia su propia experiencia como una mujer indígena que migró a la ciudad de concreto, una ciudad que parece querer borrar la identidad de los pueblos originarios para cubrirla de gris. Sin embargo, los hilos resisten y quiebran el concreto, le dejan huellas, grietas y golpes, lo rompen desde su fragilidad para preservar su color y su fuerza, como las raíces de los árboles que quiebran el pavimento para demandar su lugar, o las plantas que crecen libres entre las ranuras del concreto en las aceras. Una clara metáfora de la resistencia de los pueblos originarios hacia la nueva colonización de la urbanización, un fuerte contraste entre los colores del paisaje de los pueblos y el color gris de la ciudad, un homenaje a la resistencia de las mujeres de San Juan que preservan la tradición del tejido como un espacio de emancipación y enunciación colectiva y sumamente personal.

Marilyn Boror Bor,   “-Peinar las raíces-de la serie Rituales Sepultados”, 2022. Cemento e hilos. 18 x 12 x 8 cms




Wilfredo Orellana Pineda comenta sobre las implicaciones del cambio de la naturaleza en la obra “Estas sutiles variaciones, interferencias blancas”, una instalación que muestra las deformaciones que ocurren durante el proceso de reproducción industrial y clonación de las especies de orquídeas patentadas, plantas de exportación que nos hacen pensar en la manipulación que ejerce el humano sobre la naturaleza, modificándola y conteniéndola como un producto, un servicio más del capitalismo. El proyecto es parte de la investigación del artista sobre las “vidas de diseño”, es decir naturalezas como plantas ornamentales, alimentos y semillas creadas en laboratorios con patentes a partir de la hibridación entre especies o la modificación genética, permitiendo procesos en el mercado global, haciéndonos pensar en cómo los humanos se han adueñado tanto de la naturaleza, que pueden reproducirla genéticamente con un único fin comercial. Para el artista, la naturaleza es siempre artificial, “artefactual”. Los estudios biológicos contemporáneos nos cuentan que todo está modificado. La naturaleza es plástica y artificial sin saber los límites de lo orgánico y lo producido.

Wilfredo Orellana Pineda. “Estas sutiles variaciones, interferencias blancas”, 2019. Instalación de video. Carretillas macetas, orquídeas, computadora, programa de clasificación De-gradation. Medidas Variables. 



Criticando también los hábitos de consumo, está Mario Alberto López que participa con una instalación que es parte de su investigación, conformada por reflexiones y meditaciones sobre los efectos del antropoceno en la cotidianidad de algunos espacios periféricos como los ríos, barrancos y bosques que rodean la ciudad. Las imágenes que orbitan en la instalación forman parte de una documentación realizada en el Río de las Vacas (Chinautla) en tiempos de pandemia, un momento donde se consideraría que el flujo de desechos disminuiría. Las plantas que conforman la instalación están inmersos en el mundo de la fenomenología de las energías sutiles correspondientes al antiguo mundo Oriental, y están relacionadas con un ritual antiguo para la contemplación y la limpieza de la Tierra, ya que se considera que la planta tiene la propiedad de purificar el planeta. De manera que las relaciones entre estos elementos y los espacios afectados por la contaminación generan una simbiosis de reconstrucción y purificación, estos objetos activados invitan a acercarnos al suelo, a tener un acercamiento ocular para vislumbrar en su interior el futuro que acontece. El video muestra una interacción entre las especies animales y sedimentos emitidos por la industria capitalista.

Mario Alberto López. “El futuro que acontece”, 2022. Instalación y videoarte. Medidas Variables. 




Camila Fernández comenta también sobre el papel que juega el entorno en nuestras reflexiones más íntimas. Para la obra “Pareidolia”, tres grabados dan antesala a una instalación de video. Los grabados realizados con Usneoides, una variedad de Tillandsia, y su propia tinta nos hablan de la relación personal de la artista con esta planta, habiendo vivido y trabajado por años en un vivero de esta especie. Frente a ellas, una instalación de video presenta dos series de imágenes en conversación, tratándose de un bricolaje visual, una conversación a distancia entre cuerpos que hablan seducidos por la naturaleza que les sobresalta, a la que no pueden acercarse sino a través de palabras, con la sensación de encontrar y añorar a la vez, en ella, algo de lo más intrínseco y para siempre perdido.

Camila Fernández. “Pareidolia”, 2022. Grabados, videoinstalación. Medidas Variables.



Así, esta exposición recoge obras que revisan las relaciones de poder entre especies y exigen derechos para la tierra, los ríos, la comunidad y nuestra identidad. Pensando en nuevas formas de relacionarnos con el mundo, desde el arte, para volver a ver otras formas de vida y nuestra relación con ellas.

Fotografías: José Oquendo